Y ahora, mi venganza…
Aquella, a quien tú tanto querías,
mientras que te convenía, ésa, sigo siendo yo.
Aquella, que te levantó del suelo,
la que te elevó hasta el cielo, ésa, sigo siendo yo.
Aquella, que te quiso sin medida,
y en su amor dejó la vida, ésa, sigo siendo yo.
Aquella, de la que cuentan que su historia es humillante
y la que arrastras con la gente de tu clase
y a quien con saña le robaste su alegría, ¡ay!
Aquella, la que lanzaste como un perro de tu vida
y por tu culpa, por el mundo va perdida,
y por quien todos te respetan todavía
Pero qué mal te juzgué, si te gusta la basura
pero mira qué locura, pero para ti, está bien.
Pero qué mal calculé, yo te creía decente
y te gusta lo corriente por barato… o yo qué sé.
Y no canto de dolor, ya no busco quien me quiera,
ni pretendo financieras que me avalen lo que soy,
yo, yo no soy letra de cambio, ni moneda que se entrega,
que se le entrega a cualquiera como un cheque al portador.
Lo que sí te agradecí, es que tuvieras en cuenta
el que yo no estoy en venta y mucho menos, para ti.
Amor, eres un hombre de negocios, todo lo quieres con socios,
ahora, sí, ya te entendí, me decepcionaste tanto
que ahí te dejo un cheque en blanco a tu nombre, para ti
pon la cantidad que quieras, que, donde dice desprecio,
ése debe ser tu precio y va firmado por mí.
Autor: José Alfredo Jiménez